Operación Vox Deorum

«Cuando empezó la guerra, jamás pensé en contribuir al esfuerzo bélico de mi país; mi cojera lo hacía imposible. Pero, en diciembre de 1942, tuve un encuentro extraño con dos militares en mi despacho de la universidad. Estaban muy informados sobre mi especialización en lenguas de la Edad Antigua y, en concreto, de varias ya muertas. Volvimos a reunirnos, semanas después, en el nuevo edificio del Departamento de Defensa. Hablamos de patriotismo, esfuerzos, sacrificios y de mi hermano menor, Michael, destinado en las fuerzas aerotransportadas. Me ofrecieron servir a la nación mediante una tarea crucial: traducir».

No te pierdas el quinto relato de nuestra colección de narrativa para el móvil, de la mano de Lisardo Suárez.

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